Nuestras
Novedades

Noticias, Información y más.

Volver

En la naturaleza todo está relacionado

En la naturaleza todo está relacionado

Stella Carballo trabajó durante cincuenta años en el INTA y fue una de las pioneras en el estudio del clima y su incidencia en la producción agropecuaria.

¿Cómo una economista se termina dedicando al clima?

Entré a trabajar al INTA hace 50 años. Justo en el momento en el que me recibo se lanza el primer satélite de recursos naturales, mi jefe el Dr. Domínguez, el creador y director del mapa de suelos de la República Argentina, que había estado haciendo una maestría en el exterior vuelve y con él, a partir de ese momento, trabajo durante treinta años y se arma un equipo de gente joven interesada en la temática de toda la información que nos podían suministrar los satélites y a mí me fascinó. Y mirando los satélites empezamos a ver los efectos del Niño, la Niña y los océanos y terminé haciendo perspectivas, todo está relacionado en la naturaleza.

Luego de su primera formación como economista y atrapada por la oportunidad que se le presentaba, Stella siguió su formación con cursos internacionales y específicos en la temática, una maestría en agronegocio y una especialización en bioeconomía, entre otras, siempre buscando incorporar nuevas habilidades y conocimientos. “Toda mi primera etapa de formación es un recurso más, me di cuenta que lo que hacen los productores tiene una razón económica, entonces ayudarlos de alguna manera para que tengan las menores pérdidas, también formaba parte de mi vocación, ahí mezclé todo y terminé siendo lo que soy”.

Sus comienzos fueron de la mano de las primeras imágenes que llegaban de los satélites. Domínguez, que había sido designado por la NASA y era el único investigador principal de ese organismo en el país, las recibía junto con su equipo y justo coincidieron con las primeras inundaciones que obedecían al ciclo climático húmedo de los años 70, 80 y 90. “Cuando empezaron las inundaciones en el oeste bonaerense, que ponían en riesgo las ciudades, se decía cualquier cosa, nadie se daba cuenta que era un proceso de mayores lluvias, de saturación de suelos y geomorfología particular de la zona y nosotros con las imágenes pudimos explicarlo y ahí nos ganamos la confianza del productor, porque los fenómenos hay que explicarlos”.  Stella asegura que fue importante poder sostener con pruebas lo que decían sobre el clima. “Imaginate lo que era decirle a alguien en los años setenta que la culpa de la lluvia la tenía el océano, nadie lo podía creer. Estas son cosas que se van descubriendo y relacionando”. Esto a su vez ayudó a estudiar desde INTA qué es lo mejor y qué estrategias se pueden tomar cuando se está dentro de un fenómeno como el Niño o la Niña, elegir los lotes, estudiar las napas. “¿Quién hablaba de napas en los setenta?, ¿quién podía pensar que eso podía ser de ayuda en años de seca? Todo eso lo fuimos aprendiendo”.

Estamos transitando una sequía que complica mucho al sector agropecuario, ¿cuáles son las perspectivas para los próximos seis meses?

Estamos transitando el tercer año de Niña. Estos fenómenos en un año se pueden manejar y si se viene de un año llovedor, hasta puede ser un beneficio porque baja la napa, se recuperan lagunas y suelos. El segundo año uno ya está más pendiente de las lluvias y después de tres años dependemos absolutamente de las lluvias porque no tenemos el recurso de las napas, que han bajado mucho. Este otoño no fue llovedor, en esta tercera Niña el océano se mantuvo frío desde muy temprano y se combinó con otros fenómenos que también son muy negativos: las heladas, con posibilidad todavía de heladas tardías (que es lo que ahora afectó fuertemente los trigos) napas bajas y viento y los productores se han ido quedando sin pasto. Se necesitaría una lluvia muy importante. La Niña continúa porque los fenómenos del océano empiezan a mitad de un año y terminan a mitad del año siguiente, es decir, vamos a estar dentro de este mismo fenómeno, atenuándose, hasta junio del año que viene. Todavía hay que atravesar la peor parte de la Niña, que es el fin de la primavera e inicio del verano. ¿Por qué digo lo peor? Porque en invierno la evaporación es mínima, pero cuando se inician estos meses donde se va elevando la temperatura, tener una distancia como estamos teniendo entre frente y frente y a veces ni siquiera me llueve, como en la zona núcleo donde ya hace cuatro meses que no llueve, entonces el daño es muy grande. Nos falta atravesar un tramo importante porque esta Niña va a empezar a moderarse, llevándonos a la neutralidad a partir de enero, pero quizá el efecto se vea recién en febrero y luego sí ya lleguemos a valores neutrales, tengamos mayor frecuencia de frentes y volvamos a la normalidad.

¿Cree que podría replicarse en esta latitud el calor del verano europeo?

Siempre que tengamos un fenómeno Niña, tendremos riesgos como la falta de lluvia, la helada tardía y alguna semana de temperaturas elevadas. El año pasado esas temperaturas se ubicaron en enero con casi diez días de temperaturas elevadas que pueden hacer daño en los cultivos de verano. La única ventaja que hoy tenemos respecto de estos fenómenos es el conocimiento, entonces el productor hace mayores reservas, se provee de rollos y cosas que le sirven para manejarse en momentos de estrés de los pastos. Antes de esto no se conocía nada y se esperaba que la lluvia llegara de manera normal, hoy podemos advertir y contar qué otros fenómenos acompañan a este y sirve para tomar decisiones, sobre todo qué variedad elegir, en qué lote se va a implantar, etc.

¿Estar transitando tres Niñas seguidas es un fenómeno cíclico, se ha dado en otro momento?

Sí, se ha dado dentro de este período que es el más estudiado. Tres Niñas en la década del setenta y de vuelta a fines de los noventa, se puede dar como se pueden dar tres Niños seguidos como en los ochenta. Son fenómenos de una magnitud a la que no estábamos acostumbrados y no estábamos acostumbrados porque son fenómenos anuales que se pueden repetir y se superponen con algo que tiene más duración que son ciclos o fases del clima, donde particularmente en la Argentina del treinta al setenta estuvo en una fase de promedios menores de lluvia, entonces cuando había un Niño, llovía, pero no inundaba, pero en los años Niña, que en los treinta se dieron tres seguidas, no quedaba nada. Ahora no estamos en esa posición porque las Niñas están en una fase climática que ya tiene un promedio más alto, pero el productor lo sufre igual, los costos son mayores, tiene mucha inversión y en estos años cuesta lograr la rentabilidad esperada.

¿Qué es una fase neutral o normal?

Entrar en una fase normal significa que puede haber una lluvia por semana.

¿Qué puede esperarse luego de esta Niña?

Después del año que viene puede pasar cualquier cosa. Hasta ahora hay dos episodios con tres Niñas, no hay antecedentes de cuatro así que esperemos que esta sea la última y veremos la reacción que tiene el océano. Como todo fenómeno físico que ha tenido una sola dirección durante tres años es probable que haya una reacción, puede quedarse en normal o irse hacia un Niño, que nos vendría muy bien dada la posición de las napas, para recuperar un poco de perfil, pero no se puede saber ni pronosticar hasta mediados del año que viene. Lo que determina la Niña o el Niño es la temperatura del océano Pacífico en su zona ecuatorial, que cambia la dirección de los vientos y entonces o favorece las lluvias sobre Australia o direcciona los vientos hacia América y favorece las lluvias en Chile y luego pasando sobre Argentina, en Brasil. La Niña se da con la temperatura más baja que lo normal.

En una nota tiempo atrás hacía referencia a que en años Niña las pérdidas del agro son peores que los años Niño, ¿por qué esto es así?

En Niño lo que hay es mucha dificultad para trabajar, porque no tenemos piso y hay que esperar para levantar o sembrar, pero a la hora del balance final de las pérdidas en un Niño son mucho menores que en una Niña.

Foto: SoundCloud

Volver