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En la lechería no se termina nunca de aprender

En la lechería no se termina nunca de aprender

Daniel Villulla, gerente de CAPROLECOBA: una vida de trabajo, profesionalismo y amistad dedicada a la lechería

Rodeado del ejemplo de trabajo de sus padres, Wenceslao Villulla y Mabel María Montini, Daniel creció en la ciudad de La Plata. Allí cursó sus estudios secundarios y luego de haber transitado un par de años por las aulas de la facultad de filosofía, cambió de rumbo y se graduó de Ingeniero Agrónomo en la UNLP. “En mi formación profesional y humana, además de mi familia, quiero destacar al Colegio Nacional de La Plata, que fue un pilar en mi formación como persona”.

Inquieto, curioso y con ganas de aprender, mientras estudiaba, hizo un curso de inseminación artificial en La Martona, que le abrió las puertas para trabajar en el tambo El Ombú, en Roberto Payró (Partido de Magdalena), donde se inició también como ayudante de ordeñador. Luego de unos primeros años trabajando en el cultivo de maíz, con la empresa Cargill en Pergamino, retomó sus pasos en la lechería desde Chascomús, en la empresa Gándara, y lo que había empezado aquella vez como una primera experiencia, se transformó en un camino de crecimiento personal y profesional para toda la vida. En ese período se fue afianzando en distintos puestos con cada vez más responsabilidades, desde el asesoramiento directo a la producción, hasta el desarrollo tecnológico de los tambos remitentes a la empresa y la asistencia técnica a algunas de las zonas de crecimiento de la industria, como Tandil y Trenque Lauquen, hasta desempeñarse también en roles comerciales e institucionales.

En los años 90, luego de la venta de Gándara a Parmalat, y sobre el final de esa década, le llegó un llamado que, sin salir de la lechería, cambiaría el rumbo de su trabajo, cerrando ese primer ciclo profesional en la industria.  “Luis Peluffo me llama y me cuenta que tenía una idea. Quería desarrollar un sistema de comercialización grupal, le presenté un proyecto de trabajo que aceptó, y de inmediato echamos a andar. Así fue como se armó el GTO (N de la R. se refiere al Grupo Tambos del Oeste). Esto me dio la oportunidad de poder seguir desplegando mi trabajo en la actividad que amo, que es la lechería. Este era un grupo de comercialización coordinada de la leche, pero a diferencia de otros grupos existentes, en este caso cada productor remitía individualmente, aunque se negociaba y establecían estrategias de manera grupal. En su pico se llegó a comercializar 800.000 litros de leche con esta modalidad”. La experiencia de esos diecinueve años de trabajo grupal dio sus frutos y también nacimiento a otros grupos, pero en este caso de empresas, como el Grupo LP, El Jabalí, etc. “Fue una gran oportunidad para poder compartir y formar criterios de comercialización de leche, que es un proceso permanente y muy dinámico, donde el precio es una parte importante, pero no lo es todo. Comercializar bien no es apretar todo el tiempo el acelerador, significa saber en qué momento hay que apretar el acelerador, el embrague o el freno. No es tan simple como parece, todo el tiempo se aprende. Lo ideal es que el resultado sea satisfactorio para el productor y para la industria y lo digo teniendo en cuenta los intereses de los productores. El GTO fue una gran experiencia, un laboratorio de ensayos, de trabajo y de crecimiento”.

El desarrollo de CAPROLECOBA

Durante una de las reuniones del grupo, cuenta Daniel, le piden que se retire. Luego recibe el llamado de Jock Campbell. Corría el año 2003. “Jock me pide que me involucre en la cámara para colaborar en su desarrollo. Tenía que asumir un compromiso en un terreno que no había manejado en ese nivel, el institucional. Y de arranque, tuve que ponerme a estudiar de qué se trataba eso, que era novedoso para muchos en aquel momento”. Más allá de aquel llamado, siguiendo el espíritu democrático que caracteriza a la institución desde su comienzo, sin voluntad de imponerse y respetando la decisión de los productores asociados y representados en la comisión directiva, dejó su currículum a consideración. “Al mes siguiente estaba ejerciendo el cargo”. Gerente de la cámara, desde hace ya veinte años.

La vida de Daniel Villulla se ha ido conformando alrededor de la producción de leche. Y no solo en el aspecto profesional, sino también personal, donde fue cimentando perdurables amistades. “En cuanto llegué a la cámara descubrí un lugar especial de trabajo, con mucha calidad humana, un espacio de confianza, sin egos ni cuestiones personales. La cámara para mí significó una oportunidad de aprendizaje, de desarrollo profesional y la posibilidad de trabajar con gente sana, poder trabajar con franqueza y cabezas abiertas, pensando libremente y con reglas de juego transparentes y claras internamente. Ha sido y sigue siendo una gran experiencia profesional y humana. Puse lo mejor de mí y lo seguiré poniendo para su desarrollo y para los productores del oeste”. Y así, cuenta, desde los comienzos se le fue dando a la institución la fisonomía que hoy tiene. “Se consolidó el rol del representante, la importancia de respetar una línea de poder que va de abajo hacia arriba. La idea de nombrar Junta de Representantes al encuentro mensual, se pensó para darle relevancia a esa reunión, porque es el verdadero órgano de gobierno colegiado, tiene una función ejecutiva y eso marca una gran diferencia. Quien sale a representar a la cámara, lo hace con mandatos claros, no va con ideas propias o improvisadas”.

Como muchos de los primeros representantes y presidentes de turno, Daniel viajó largos kilómetros durante años por los distritos, entabló amistad y construyó confianza con los productores, que más de una vez, lo albergaron en sus propias casas. “El encuentro personal es lo más importante, esto genera camaradería”. Es la confianza que se va creando a través del tiempo y la coherencia. Así, Daniel Villulla, está convencido que la CAPROLECOBA es una oportunidad para todos los productores de leche de la región, sin importar la escala que tengan, “para poder estar unidos, bien representados, organizados, comunicados, como productores de una región responsable de la mayor parte de la producción lechera bonaerense. Es una oportunidad con una relación muy favorable en términos de costo/beneficio para el tambero”. La cámara es una organización seria, agrega y hace suyas las palabras de José Di Nucci, ex presidente de CAPROLECOBA, “es una organización que piensa”. Y subraya la importancia que tiene a nivel nacional, “esta cámara ha mostrado el potencial que tiene para productores lecheros de cualquier cuenca y región del país, por ser una organización reflexiva que sabe aprender del pasado, con la valentía de hacer propuestas constructivas para el desarrollo competitivo de la cadena; es la organización por excelencia que trabaja y propone a la lechería y al país un desarrollo en el marco de una economía de mercado regida por la libertad de comercio”. Además, Villulla, se refiere a la valoración de la información y su difusión a través de varios canales que se fueron desarrollando con los años, y del panorama de mercado que es una herramienta de monitoreo de la marcha del negocio, de orientación y colaboración para la toma de decisiones, que se publica ininterrumpidamente hace veinte años.

Un camino recorrido

Además de su paso por la industria y su trabajo junto a los productores, Daniel colaboró dando clases en una materia de quinto año del departamento de Desarrollo Rural en la Facultad de Agronomía de La Plata referida a temas de trabajo en equipo, grupalidad, generación y desarrollo de proyectos, y también comunicación. Con toda esta experiencia en sus ya más de cuarenta años de profesión hace un repaso de los primeros pasos de la CAPROLECOBA y recuerda un escenario con una lechería todavía inmadura en varios aspectos, pero que ya había comenzado a despegar en lo tecnológico. “Nos empezamos a dar cuenta del potencial que podíamos tener. En 2002 la lechería y el país eran una locura, y un signo de enorme madurez, un salto cualitativo, fue la generación de las cámaras regionales y provinciales de productores de leche que se conformaban como una organización genuina y específica. Nuestra cámara es parte de ese movimiento, con un elemento distintivo: ha permanecido fiel a las bases conceptuales que generaron aquel cambio y eso la hizo perdurar hasta ahora. La cámara trabaja desinteresadamente por lograr lo que se llamó “Una Sola Voz”, la unidad de los productores de leche de todas las regiones y el país”.  

Hoy, padre de tres hijos, Juan Manuel, sociólogo y doctor en historia; Julia Elena, médica cardióloga y Martín Miguel, músico, puede decir tranquilo que supo seguir y transmitir el legado de trabajo de sus padres. “Tengo veinte años de experiencia en la industria y veinte años con la producción, lo cual ha tenido sus complejidades, pero me ha dado una visión amplia de la cadena lechera con la cual siento un gran compromiso. Mientras tenga energías y fuerzas seguiré brindando a los productores y a la cadena lechera lo mejor de mí”.

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