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Lácteos Vidal significa una vida de trabajo

Lácteos Vidal significa una vida de trabajo

Alejandra Bada Vázquez comparte la historia de su familia, mientras sigue la disputa entre la empresa y el gremio, que tiene en vilo a todo un pueblo y a gran parte de la cadena lechera argentina

La historia de mi familia es muy parecida a la de muchos argentinos, confiesa al empezar la nota, Alejandra Bada Vázquez. “Mi papá vino de España, en al año 61, de Cantabria, un pueblo que tenía vacas de leche. Tengo acá una foto de él con una vaca lechera. Su trabajo en ese momento eran las labores del campo y el cuidado de las vacas. Eran ocho hermanos y había muchas dificultades en aquel tiempo de posguerra”. Vidal, así es su nombre, decidió venir a Argentina, donde ya tenía familia por parte de ambos padres. Cuando llegó al país, un tío que vivía en Balcarce y que estaba haciéndose una casa, lo fue a buscar, y empezó trabajando como peón del albañil, luego trabajó en la cosecha de papa. Al tiempo se trasladó a Los Menucos, en la Patagonia, a la casa de otro tío y trabajó en el rubro de la gastronomía.  “De vuelta en Buenos Aires, unas amigas que venían de su mismo pueblo en España, a través del diario le consiguieron su primer trabajo, casualmente, en una fábrica de muzzarella. Primero descargó un camión de escombros, muy rápido, y al verlo tan capaz, lo contrataron para el reparto. La fábrica empezó a andar bien y él pasó a ser vendedor. En aquel momento más del 90% de las pizzerías estaban manejadas por españoles como él, esto, sin restarle mérito a su capacidad emprendedora, lo ayudó. Le iba muy bien”. En este camino, Vidal decide volver un tiempo a su tierra natal, y ya de vuelta en Argentina, conoce a Alicia Vázquez, quien sería su mujer. “Mi papá tenía varios trabajos. Era pizzero de noche, vendedor de muzzarella…trabajaba dieciséis horas por día y vivía en pensiones. A su vuelta de España la conoció a mí mamá, que trabajaba en el ferrocarril, después ella trabajo en Coca Cola”. Con el tiempo se casaron, nació su primer hijo y con los sueldos de ambos compraron una casa hipotecada en Villa Devoto y una camioneta roja prendada y se pusieron a fabricar queso. Eso fue por el año 75. Al nacer Alejandra, Alicia decide dejar su trabajo para dedicarse a la fábrica. “No sabían qué nombre ponerle y mi mamá le dice a mi papá, a vos te conocen todos como Vidal, que es el nombre de mi papá y el de mi hermano, así también se llamaba mi abuelo”. En la propiedad que compararon ubicaron abajo la fábrica y arriba instalaron la casa familiar. “Los domingos íbamos a comprar masa a Luján y después se amasaba en la semana”. Así fueron creciendo, contrataron un empleado y Alicia que tenía mucha experiencia en la parte contable, llevaba la parte administrativa. “En 1981 compraron el primer campito, que tenía un tambo, así que también empezaron con la producción agropecuaria. Un amigo de mi papá, al que le había ido mal con una fábrica chica en Moctezuma, le ofreció ir a verla y mis padres la compraron. Hacíamos masa para la muzzarella y comprando leche de a poco se fue construyendo la fábrica que es hoy. Mi papá y mi mamá fueron los socios iniciales. Todo fue siempre muy familiar. El mérito de la fábrica es de mi papá y de mi mamá. Siempre fueron agrandando y reinvirtiendo. Nosotros tenemos tambos propios y comparamos leche a productores de la cuenca oeste”. Hoy Alejandra y su hermano Vidal trabajan y se dedican a la fábrica, él más enfocado en lo productivo y ella en la administración, mientras que Alicia y Vidal a sus 75 y 86 años respectivamente, siguen involucrados en las decisiones de la empresa como miembros del directorio.

Alejandra se sonríe y asiente que por las venas de ella y su familia corre leche y queso. Nacieron y se desarrollaron en ese entorno. La escuela a la que iban quedaba frente a la fábrica de Villa Devoto, donde también estaba su casa. “Yo los sábados vendía con mi tía, una hermana de mi mamá, éramos el mejor dúo, todos querían que los atendiéramos nosotras”. La familia siempre fue la base sobre la que se armó y creció la fábrica. Si Vidal y Alicia tenían que viajar a España por motivos familiares, sus hermanos quedaban al frente del negocio. “La puerta de entrada de la fábrica era la puerta de entrada de mi casa. Mis hijos (N. de la R. Alejandra tiene tres hijos, un varón y dos mujeres) se criaron también alrededor de la fábrica”

Un caso que quedará en la historia de la cadena láctea

Hoy Lácteos Vidal procesa ochenta mil litros diarios, lo que representa un 10% menos que años anteriores, debido a la sequía que está sufriendo el país y que impacta en la producción. Desde que comenzó el conflicto con el gremio ATILRA la fábrica no perdió ningún remitente, comenta Alejandra. “Todos nos apoyaron. Desviamos leche y colegas la procesaron, ningún remitente se nos fue, al contrario, todos nos apoyaron. Estamos muy agradecidos”.

La empresa produce todo tipo de quesos blandos, duros y semiduros, además de ricota, crema de leche, manteca, dulce de leche y suero en polvo que exportan a Bolivia. Alejandra confiesa que le gustaría incorporar la producción de queso crema, pero los avatares gremiales, hacen que Vidal, su hermano, prefiera no seguir agrandando la línea.

Moctezuma hoy tiene alrededor de quinientos habitantes y gran parte de los empleados de Lácteos Vidal son de esta localidad. Otros vienen de Carlos Casares y de Smith. “La relación con la gente del pueblo siempre fue muy buena, siempre se le dio leche al jardín de infantes, pero hay gente que te quiere y gente que no. Los problemas empezaron cuando se fue el dirigente gremial que estaba. Desde 1981 cuando se compró la fábrica hasta el 2014, con 49 empleados, no tuvimos ningún conflicto.  Con el cambio de dirigencia, en febrero de 2014 nos vinieron a bloquear, no dejaron entrar ni a mi papá ni a mi hermano a la fábrica. Habíamos despedido a un empleado por tirarle ácido a otro. Mi papá negocia la indemnización y levantan el bloqueo”.  De ahí, cuenta Alejandra, fueron a bloquear otra pyme, pero en este caso, el juez mandó a desbloquear. “Pero en el medio se van perdiendo empresas”. En cuanto al conflicto particular, comenta que empieza por un pedido de recategorización que no correspondía. El ministerio de trabajo avala la negativa de la empresa, que, además, según explica Alejandra, ya tenía varios empleados en categorías más altas de las que correspondía. “Estos son costos recaen en el precio del producto, por esto no somos competitivos frente al mundo”, concluye

“Nosotros producimos alimentos y tenemos que tener gente a la que le tenemos confianza”

Con respecto a la magnitud que fue tomando la situación, la visibilidad y la postura de los propietarios, Alejandra no duda: “yo creo que subestimaron a la familia Bada Vázquez y subestimaron a los empleados y colaboradores que siguieron trabajando y se pusieron la leche al hombro. Todo lo que hicimos fue una decisión compartida”. 

La fábrica hoy sigue trabajando, “el clima es excelente, un clima de trabajo, de compañerismo y de muy buena relación. La gente nueva se integró muy bien. El primero de mayo estuvieron haciendo unos corderos en la fábrica, que tenemos un comedor grande, la panadera les regaló una torta, hay un muy buen clima y se trabaja tranquilo sin agresiones ni amenazas”.

El futuro de la fábrica, al momento de realizar la nota, y sin haber podido cerrar este capítulo, es todavía incierto. “No sé qué va a pasar con Vidal, lo que sí sé es que Vidal y sus empleados son víctimas. Todo lo que pasó es un ataque infundado a la empresa y a todas las personas que la conforman y al pueblo. No hay empresa sin empleados ni empleados sin empresa”. En cuanto la solidaridad que toda la cadena láctea manifestó, “es emocionante el apoyo y ahora tenemos amigos nuevos, gente que no conocemos de todo el país nos envía mensajes. A muchos esto les generó una sensación de injusticia, y nosotros estamos agradecidos y conmovidos”.

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