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Producir de manera eficiente y con la mirada puesta en las personas

Producir de manera eficiente y con la mirada puesta en las personas

Allá lejos y hace tiempo, según sus propias palabras, recién recibido y recién casado, en los años setenta, Luis Peluffo inicia un camino de crecimiento profesional y personal, no solo para él y su familia, sino para todos los amantes del tambo con ganas de aprender.

Luego de recibirse, y recién casado con su primera esposa y madre de sus cuatro hijos mayores, Luis Peluffo inició su vida profesional en el campo. Todo empezó bajo la tutela de su padre, Vicente Antonio, y con la ayuda de los administradores para ir adentrándose en el negocio y en la gestión de las ocho mil hectáreas que se conformaban de una herencia de su madre, María Susana Inchauspe, con otras tantas aportadas por su padre en la zona de Treinta de Agosto, estación Corazzi y en Nueve de Julio. “Me ocupé de ambos campos. Tuve la suerte de entrar en un grupo CREA, siempre me ayudó mucho”. Cuando Marcos, su hermano, se recibe, pasa él a ocuparse de los campos en la zona de Nueve de Julio y Luis se quedó con la gestión en el oeste. En ese momento había solo un tambo que nació por sugerencia de los asesores de una sociedad que tenía su padre y con un directorio que lo entusiasmó. “Ese es el Tambo Uno, de Marcos, en Nueve de Julio, en el campo Don Pedro, que hace poco lo renovaron completamente”.  Ese inicio fue en el año 1978 y Luis participó en su construcción. “Después de trabajar muchos años con cría, invernada y manejo de pasto, en 1984 empezamos con los tambos Uno y Dos en Corazzi, que tiene ahora Matías, mi hijo (N. de la R. se refiere a Matías Peluffo, ex presidente y actual tesorero de la cámara). Hicimos un tercer tambo en el 87, que no se puedo poner en marcha hasta después de la inundación, es La Alianza, ahora alquilado por Lucas y Carolina (N. de la R. se refiere a Lucas Alassio y Carolina Chiapello, socios activos de la cámara) y después seguimos haciendo tambos en la medida que aparecían campos para alquilar y gente joven con entusiasmo para hacerse cargo, que íbamos capacitando, mayormente matrimonios recién recibidos. Teníamos gente capacitada, vaquillonas sobrantes, una cierta capacidad de relaciones humanas para conseguir campos para alquilar y espalda para que te alquilen. Lamentablemente en Argentina se consiguen campos si uno puede garantizar el alquiler, cosa que en otros lugares no hace falta, además se consiguen créditos a veinte años. Este es uno de los principales problemas por los cuales no progresan muchos jóvenes con capacidad”.

Su relación con la producción lechera se remonta a los recuerdos de su padre, un ingeniero agrónomo innovador, que ya tenía en la biblioteca de su casa bibliografía que relacionaba la producción de pasto con leche. “A mí, de movida, la parte pastoril y de producción de carne y leche, antes de terminar la facultad ya me motivaba mucho. Pero yo la desarrollé primero con carne. En María Teresa llegamos a tener dos mil vacas brangus”. De la mano de excelentes profesionales, cuenta Luis, fueron desarrollando un sistema de rotación de pasturas que luego los llevó a incursionar en la producción lechera “pero no sabíamos en lo que nos metíamos”, confiesa. Al estar orientados al sistema pastoril al estilo neozelandés, al principio, empezaron con lo que había en el mercado, que eran vacas holando, pero incorporaron la genética neozelandesa desde el año 1984. “Fundamentalmente lo que me motivaba era que yo veía que en Nueva Zelanda había gente que ordeñaba y jugaba en los All Blacks. Podías tener gran calidad de vida y ser productor tambero. Y desde que iniciamos los tambos yo me negué a ordeñar a las tres de la mañana. Empezábamos a ordeñar a las seis. Incorporamos un tipo de hacienda que siempre fue human friendly. Una genética desarrollada hace cien años por gente que quería tener calidad de vida, que produjo una genética muy amigable y muy eficiente que te permite que la gente llegue a trabajar a las seis de la mañana y a las seis de la tarde ya está de vuelta en el pueblo. Ordeñan dos horas a la mañana y dos horas a la tarde. Te permite trabajar con buena calidad de vida dentro de lo que es el tambo en Argentina”. Fascinado desde el principio por la posibilidad de generar proteína a partir de pasto, fue lo que lo llevó a acercarse a conocer el método de Nueva Zalanda. “Arranqué con la ilusión de producir con pasto, pero esto no es Nueva Zelanda, por varios motivos, entre ellos, porque no tenemos las condiciones climáticas que tienen para producir con esa cantidad y calidad. Tengo mucho para agradecerle a Jock Campbell aquel primer viaje que hicimos allá en el año 1992”. Además de estar involucrado en la gestión de los tambos, la mentalidad y curiosidad académica de Luis, lo llevó a ser parte de dos asociaciones neozelandesas de producción animal; una es más pastoril y otra más amplia, pero ambas conformadas por productores y académicos.  Además, se mantiene en contacto con profesionales e investigadores de nuestro país, con universidades y el INTA.  Él se ríe de esta interesante combinación y se hace eco del mote de extensionista frustrado, como algunos lo llaman. “Acá todavía hay mucho para estudiar y descubrir. Por eso en esta etapa de la vida quiero ver si puedo aportar algo a lo mucho que no se sabe sobre producir más pasto y que ese pasto rinda en proteína de carne o leche. Tengo el deseo de recoger información útil y hacerla llegar de forma adaptable a los colegas productores”.

Producción, familia y desarrollo humano

Luis tiene cuatro hijos de su primer matrimonio: Matías, Soledad, Alejandra y Eduardo. Hoy está casado hace más de veinte años con María Eugenia Del Puerto y tienen a Emilia, de doce. En el año 2008 Luis traspasó la sociedad familiar a manos de su hijo Matías para dedicarse a otros tambos en la zona de Pergamino y centro de Santa Fe siguiendo la misma modalidad que los del oeste. A su vez, María Eugenia tiene un tambo propio en esa zona, donde ordeña vacas y ovejas y elabora productos con esa leche; y otro tambo más grande, de novecientas vacas, sobre campo alquilado, que administra Francisco Brizo, hijo del primer matrimonio de María Eugenia. “Son tambos que se construyeron de cero y con similar calidad a los que tenemos en María Teresa y que datan del 2004. En estos tambos soy solo un asesor cuando me preguntan. Tienen muy buen equipo profesional y operativo. También estoy trabajando con dos tambos chicos en Santa Fe donde estoy haciendo algo más de experimentación forrajera”.  En este sentido, Luis considera que se puede desarrollar información para el cultivo del agropiro, un pasto ideal para zonas salinas, “es un pasto con mucho potencial que manejado con buena tecnología y mucha inversión produce muy buena cantidad de materia seca de calidad, pero no es fácil de lograr. Es una línea de investigación útil para productores de cualquier lado. En Trenque Lauquen los estamos viendo cada vez más en suelos de ese tipo. En el oeste estamos trabajando sobre todo con festuca y alfalfa para generar información”.

Siempre estuvo muy bien rodeado y asesorado por nutricionistas expertos en establecimientos grandes y con plantas propias de alimentación. “En Corazzi estamos dando tres kilos de pasto y dieciocho de materia seca. Gracias a Dios con toda la formación y práctica que tenemos estamos pudiendo darle de comer a las vacas. Hoy no se consiguen rollos, hay poco heno, hacemos poca cantidad de silaje, solo para el invierno y para autoconsumo, más los nueve kilos que consumen en el tambo. Hoy para las vacas nuestras, el pasto es la ensalada del menú. Pero si llueve, en una primavera normal, estamos comiendo doce o catorce kilos de pasto. Pero nunca hemos podido producir a pasto solo en Argentina a valores competitivos, salvo en etapas muy finales de lactancia”. Junto con su hermano son socios en una planta de silos que alimenta a media docena de tambos de familiares y clientes.

Los tambos que Luis, sus hijos y socios han desarrollado son todos modelo neozelandés de veinte a cuarenta siete bajadas, según tamaño de rodeo posible para el campo, abiertos, con dos paredes, algunos con tranqueras apartadoras automáticas, etc, donde se busca la comodidad, que cada ordeñe no dure más de dos horas y que sea lo menos estresante posible. “Se prioriza la comodidad de trabajo y en la medida que podamos, incorporar tecnología. La idea es seguir invirtiendo en comodidad y eficiencia”.

Del original Grupo LP hoy se desprenden otras empresas lideradas por hijos y socios de Luis que se manejan de manera independiente, pero él sigue a cargo del tercer tambo en el campo familiar, Tambo Cuatro, que está ubicado en María Teresa Sur. “Una estructura diseñada en el 2008 por Lucas y Carolina, con quienes María Eugenia y yo fuimos socios del 2008 al 2019, siendo ellos hoy empresarios independientes. Ese tambo ha sido modelo a copiar por los nuevos tambos realizados posteriormente, por la comodidad y eficiencia de trabajo lograda”

Con formación en los valores católicos, siempre puso el foco en la función social del trabajo con el objetivo de generar crecimiento. Con este sistema se fueron generando diez empresas y casi veinte tambos a partir de la original, María Teresa Sur. “Me hace feliz cuando cualquier persona que está trabajando conmigo se va para mejorar”

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